El barco que navega en las aguas de la adultez, la maduración y todo tipo de responsabilidades de gente MAYOR se hundió recientemente. Este, mi pequeño mundo, a veces me supera y logra hundirme. Dejo de hacer las cosas que mas me gustan, por pequeñas –para mi inmensas- dificultades. Ya la música no suena a diario en mi computadora, ni cuando trabajo, ni cuando me baño, ni cuando escribo, es ya casi no escribo. Ya no leo. Que espanto. Como todo ser humano, soy un ser pensante, lástima que soy tan pensante. Encontrar el equilibrio entre mi mente y mi corazón, eso que debo y eso que me gusta hacer, me resulta casi imposible. Hay sólo un lugar que me despeja, un lugar donde el sol me baña por completo mientras escucho esa música que tanto me gusta, un lugar donde puedo leer ese libro –apoyada en un frondoso Tilo- tan magnifico que abandoné tiempo atrás. Esos olores que conozco y que en primavera renacen, se intensifican, esas calles que sé de memoria. Ese lugar del que siempre renegué-y reniego- pero que es el único al que siempre, siempre quiero, sueño y anhelo volver y volver y volver. Ese lugar donde me esperan los brazos mas maravillosos, únicos e incondicionales. Ese lugar que tiene tantas contras, pero tantas, millones, de cosas a favor. El único lugar que es mío, del cual soy parte aunque abandoné hace unos años y ahora soy solo visitante y ya no juego de local. En estos momentos en los que me siento en medio del naufragio es cuando más deseo estar en mi lugar y ya no regresar a este mundo a jugar a ser una nena grande.
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2 comentarios:
un lugar que siempre te espera, un lugar que te aguarda y te regala lo mejor de la infancia.
Por siempre un lugar que lleva tu nombre.
Muy escrito desde el corazón... me pusiste la piel de gallina...
Te quiero hermana!
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